En la mitología griega, Príamo (griego antiguo Πρίαμος
Príamos) fue el rey mítico de Troya en la época de la Guerra de Troya. Fue hijo
de Laomedonte y de la ninfa Estrimón, hija del Escamandro.
Según Apolodoro, primero se llamó Podarces (griego antiguo Ποδάρκης, Podárkês, «pies ligeros»). Cuando era aún un niño, Heracles salvó a su hermana Hesíone de ser devorada por un monstruo marino que había enviado Poseidón. Laomedonte no quiso pagar la recompensa prometida y Heracles, enfurecido, lanzó una ofensiva contra Troya y mató a toda la familia real. Podarces fue salvado por su hermana para no ser convertido en esclavo, quien pagó por él un precio simbólico: su velo. En lo sucesivo, el niño sería conocido como Príamo. Algunos estudiosos derivan su nombre del luvita Priimuua, que signifca "excepcionalmente valiente". Según Apolodoro el nombre deriva de príamai, que significa «comprar».
Luchó de joven con los frigios contra las Amazonas. Muy
joven aún, se hizo cargo del reino y poco a poco fue extendiendo su poder por
toda la región, hasta tal punto que Troya llegó a ser conocida como "La
dueña de Asia". Príamo tuvo una
descendencia muy numerosa, cincuenta hijos, según algunas versiones, entre
quienes se encontraban Héctor, Paris, Héleno, Deífobo, Troilo y Casandra.
Bajo su mandato se desarrolló la legendaria Guerra de
Troya, contra los griegos que reclamaban la devolución de Helena.
Es descrito en la Ilíada dando pruebas de una inmensa bondad y de una justicia ejemplar. Al contrario que sus consejeros, no culpó a Helena de la guerra.
Príamo era demasiado viejo para tomar parte en los
combates y debió limitarse a presidir los consejos. Uno a uno vio perecer a sus
hijos. Su dolor llegó al paroxismo al matar Aquiles a Héctor en combate
singular delante de las murallas de Troya, para luego arrastrar su cuerpo por
el polvo. El anciano rey, humillado, acudió al campo enemigo al encuentro del
vencedor, para suplicarle la devolución del cadáver de su hijo a cambio de un
elevado rescate. El encuentro de Aquiles y de Príamo es uno de los pasajes más
conmovedores de la Ilíada (Canto XXIV). Según Apolodoro e Higino, Príamo fue
muerto por Neoptólemo, el hijo de Aquiles.
Cuando Troya cayó, presa del fuego, Príamo quiso tomar
las armas para intentar una defensa desesperada, pero su esposa Hécuba lo
arrastró hasta el altar de Zeus, al fondo del palacio, para ponerlo bajo la
protección del dios.
Neoptólemo, el hijo de Aquiles, lo degolló sin piedad al
descubrir su escondite.
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