En la
mitología griega, Patroclo es uno de los héroes griegos de la guerra de Troya,
descrita principalmente en la Ilíada.
Su padre fue
Menecio. Hay distintas tradiciones sobre la identidad de su madre: Esténele,
hija de Acasto; Periopis, hija de Feres o Polipea, hija de Peleo.
Su padre,
Menecio, lo envía a Ftía, donde se hizo compañero de Aquiles, algunos años más
joven que él. Está presente, al igual que Aquiles y su padre, cuando Néstor
acude a la corte de Peleo con el fin de reclutar guerreros para la expedición
contra Troya; es invitado al mismo tiempo que el Pelida Aquiles y acepta.
Patroclo
aparece como compañero de armas de Aquiles. La Ilíada duda en cuanto a su
cometido exacto: el canto XVII muestra a los caballos del Pelida llorando la
muerte de «el que los guiaba». Automedonte, el auriga de Aquiles, describe a
Patroclo como el más dotado manejando los caballos. En el Canto XIX de la
Ilíada, Aquiles pide a sus caballos que traigan de vuelta «a quien los
conduce», refiriéndose a sí mismo, a pesar de que el auriga Automedonte ha
subido al carro antes que él. En la Odisea, el alma de Agamenón dice a la de
Aquiles que el cuerpo de éste, recién muerto, yacía «olvidado del arte de guiar
los carros». Otros indicios permiten suponer que Patroclo acudía al combate en
un carro separado y que se batía luego junto a Aquiles. Además, sirve de
mensajero a Aquiles, que lo envía a Néstor, en el Canto XI, en busca de
noticias sobre la identidad del herido que ha sido llevado al campamento aqueo.
Asimismo, en el canto II, Patroclo acude por orden de Aquiles a buscar a
Briseida para entregársela a Ulises. Cuando Néstor acude acompañado por Fénix a
implorar a Aquiles que vuelva al combate, es Patroclo quien prepara el vino y
los alimentos para los invitados.
Cuando, encolerizado, Aquiles se encierra en su tienda tras haber discutido con Agamenón, Patroclo cesa igualmente de combatir. En el canto XVI, mientras los troyanos recuperan terreno a los griegos y amenazan con quemar sus naves, Aquiles autoriza a Patroclo a ponerse su armadura y lanzarse al combate a la cabeza de sus Mirmidones. Durante su aristia, Patroclo mata a algunos troyanos, entre ellos a Sarpedón, hijo de Zeus, antes de toparse con Héctor, que es ayudado por Apolo. El dios, envuelto en una nube, lo golpea en la espalda; acto seguido, Euforbo, hijo de Panto, lo hiere de nuevo en el mismo lugar y huye enseguida a la carrera. Por último, Héctor da muerte a Patroclo y lo despoja de sus armas. Menelao y Áyax el Grande protegen su cuerpo y se lo entregan a Aquiles, quien decide entonces retomar las armas para vengarlo.
Tetis, madre
de Aquiles, da de beber a Patroclo néctar y ambrosía para evitar que su cadáver
se corrompa y, al mismo tiempo, Aquiles se enfrenta a Héctor y lo vence. El
Pelida ofrece luego a los griegos un festín en honor de Patroclo, al final del
cual se le aparece el muerto y le suplica que queme su cadáver lo antes
posible. A la mañana siguiente, Aquiles ordena construir una pira funeraria
para Patroclo, se corta un mechón de la cabellera y sacrifica bueyes, corderos,
perros y caballos, así como a doce jóvenes nobles de Troya.
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